BIENVENIDO A TU
NUEVA
REVISTA
SAPOS Y PRINCESAS
colegios
Sistemas de ventilación en las aulas, ¿cómo deben ser para reducir el riesgo de contagio?
COMPARTE
Síguenos en nuestras redes sociales
¿Quieres anunciarte en nuestra próxima revista?
¿Quieres distribuir gratis nuestra revista entre tus empleados o clientes? Escríbenos a
distribucion@saposyprincesas.com
La vuelta a las aulas ha venido de la mano de nuevas medidas: mascarilla obligatoria, pupitres separados, reducción de alumnos por clase y desinfección regular de los entornos de trabajo. Sin embargo, ¿se están poniendo todos los medios posibles para garantizar la seguridad de alumnos y docentes?
Una de las tareas pendientes de nuestros centros educativos es la implantación de sistemas de ventilación en las aulas capaces de reducir la posible carga vírica ambiental. De momento y ante la ausencia de tales medios, la mayoría de colegios recurren a la apertura periódica de ventanas, un procedimiento que, sin embargo, no parece el más adecuado sobre todo durante los próximos meses invernales. Pero entonces, ¿qué medidas deben tomarse para renovar satisfactoriamente el aire de las clases?
El único método es una apertura periódica de las ventanas para renovar el recargado ambiente de las clases pero que conlleva la exposición a las temperaturas exteriores
Transmisión de la COVID-19 por aerosoles
Aunque no existe un acuerdo total al respecto, la mayoría de instituciones sanitarias coinciden en que, además de hacerlo directamente a través de gotículas o del contacto con superficies infectadas, el coronavirus se puede transmitir por aerosoles. Estas partículas expulsadas a hablar y respirar pueden quedar suspendidas durante largos periodos de tiempo y desplazarse, gracias a su ligereza, distancias considerables. Esta posible vía de contagio, si bien aún solo está demostrada en entornos experimentales, requiere una renovación del aire en los habitáculos cerrados. Concretamente y según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se necesitan purgar al menos 12,5 litros por segundo y persona para garantizar una mínima calidad ambiental.
La apertura de ventanas, una solución parcial
Los parámetros anteriores, como explican las mismas fuentes gubernamentales en su Guía de recomendaciones sobre el uso de sistemas de climatización y ventilación, solo son alcanzables si se dispone de unidades de tratamiento específicas. La otra variable es reducir el aforo de cada estancia, algo que parece complicado seguir haciendo en la mayoría de centros educativos por falta de espacio. Hasta ahora el único método al alcance del personal docente es una apertura periódica de las ventanas que ayude a renovar, de la mejor manera posible, el recargado ambiente de las clases. Una iniciativa que, dejando su menor eficacia a un lado, conlleva la exposición a las temperaturas exteriores. Y es que, pese a que aún no suponga un verdadero problema en la mayor parte de nuestro territorio, la inminente llegada del invierno no parece el mejor escenario para llevar a cabo este método.
Descartados los equipos basados en la generación de ozono para cualquier habitáculo ocupado por personas, desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aconsejan el uso de unidades portátiles equipadas con filtros de alta eficiencia HEPA, siglas procedentes de los vocablos ingleses High Efficiency Particulate Air. La implantación de los mismos debe ser realizada por un especialista en la materia, que se encargará de valorar cuántos son necesarios y dónde hay que ubicarlos, teniendo en cuenta tanto el nivel de ocupación como las características de la propia estancia. La capacidad de estos dispositivos para cribar aerosoles, que roza el 100%, solo puede ser garantizada por aquellos sujetos a la norma UNE1822. Una homologación imprescindible que, por desgracia, no cumplen gran parte de los productos presentes en el mercado, especialmente aquellos disponibles por un bajo coste. Dicho lo anterior, no debemos caer en el peligro de concebir estos artículos como la solución definitiva. Que se encarguen de purificar el aire no implica la desaparición del riesgo de contagio. Sigue siendo, por tanto, indispensable la utilización de mascarillas, el seguimiento de las normas de higiene recomendadas por las autoridades sanitarias y el mantenimiento de las distancias prudenciales.
Cómo deben ser los sistemas
La inversión, nuestra asignatura pendiente
El principal obstáculo para que la instalación de sistemas de ventilación en las aulas sea una realidad es, como en tantos otros casos, el monetario. Y es que, todo hay que decirlo, los filtros HEPA que cumplen con los requisitos mencionados no son baratos. Algo que, sumado a las decenas de miles de clases que hay en los colegios españoles, requeriría una considerable inversión. Llegados a este punto y siendo conscientes de que los presupuestos de las administraciones no son una fuente inagotable, debemos reflexionar y establecer una escala de preferencias. Y parece evidente que contener los brotes de coronavirus en los colegios debería ocupar uno de los primeros puestos. Cuestiones educativas aparte, el cierre de los mismos acarrearía consecuencias directas en las empresas, cuyos trabajadores con hijos de corta edad se verían en una situación comprometida al tener que quedar al cuidado de los mismos. Un supuesto que, acontecido de forma masiva, impactaría negativamente en las compañías y, por extensión, en la ya maltrecha economía nacional.