Para esta actividad se precisa un yogur, una gelatina, una bandeja de plástico y colorante alimenticio.

Se necesita una bandeja con agua, patos y peces de goma, palitos de madera, un fondo de arena o sal, flores de tela o plástico y esponjas.

Para elaborarla se necesitan tres tazas de harina, una de sal fina y otra de agua, de dos a cinco cucharadas de aceite (de girasol u oliva) y colorante alimenticio (opcional).

Los cuentos son los mejores compañeros de los niños. Los libros infantiles y sus ilustraciones permiten que el descubrimiento empiece a través de la vista. Pero no hay que limitarse solo a las imágenes, ya que muchas lecturas para bebés fomentan la experimentación dejando que toquen, mezclen, jueguen sacando y metiendo objetos y sientan a través del tacto, descubriendo las texturas rugosas, suaves, blandas y duras. Eso sí, deben ser apropiados para su edad y estar focalizados en las temáticas que se quieran tratar.

Para elaborar estos cestos se necesita una bolsa con objetos de diferentes tamaños, texturas y colores: trozos de tela de seda o de saco, lana, cucharas, anillas, rollos de papel o cualquier cosa que esté por casa.

Se necesitan botellas de plástico, legumbres y agua.

Hay que apilar varias cajas de cartón pintadas de diferentes colores, meter unas dentro de otras y hacer estructuras. También los niños pueden meterse dentro. Podéis jugar a juegos de colores y que estos las vayan identificando, les servirá para activar el desarrollo racional.

Hay que colocar obstáculos (cojines, alfombras, cajas o sillas) para que el niño los tenga que sortear, pasando por encima, por debajo o rodeándolos. El objetivo es que consiga el tesoro que está al final del circuito. Será un paquete envuelto conteniendo cualquier cosa que le guste, como un juguete, unas galletas o una pieza de fruta.

En un papel de tamaño suficientemente grande, hay que dejar a los niños pegar libremente pegatinas de diferentes colores y formas. Se puede hacer lo mismo con pequeños trocitos de colores recortados previamente.

Un masaje es la forma perfecta para conseguir que los niños se relajen. La idea es pasar un coche de juguete pequeño por sus piernas, espalda y brazos.

Para empezar, hay que poner pinturas de colores en varios recipientes de base grande. Después, los niños harán rodar los macarrones por la pintura para colorearlos. Cuando estén secos podrán unirlos con un cordón para hacer un collar o meterlos en una botella de agua vacía y crear una botella sensorial de colores. Otra opción es clasificar los macarrones en bandejas marcadas con diferentes colores.

A esta edad los niños ya hablan, eso sí, algunos más que otros. En cualquier caso, utilizan el lenguaje para tratar de imitar lo que escuchan.

Solo hay que dirigir al niño para que haga movimientos de yoga o ejercicios de relajación sobre una alfombra, con los ojos cerrados y con música relajante de fondo.

Los niños tendrán que extender tomate frito sobre una base de pizza con un cuchillo de plástico. Más tarde tendrán que poner por encima trozos de jamón o de sus ingredientes favoritos. Por último, espolvorearán queso y orégano. Con este ejercicio trabajarán la motricidad fina de la mano.

Sobre un papel continuo grande hay que dibujar líneas curvas, óvalos y caminos serpenteantes, todo con formas onduladas. Más tarde, el niño con ceras de colores dibujará encima libremente.