Un año para olvidar, pero en el que crecimos emocionalmente
"El 2020 ha sido inesperado, duro e incierto, pero nos ha servido para superarnos a nosotros mismos y enfrentarnos con resiliencia a las adversidades más inimaginables"
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por Nora Kurtin
@NoraKurtin
Fundadora de Sapos y Princesas
Este año tan difícil está llegando a su fin y aún nos queda pasar unas fiestas muy diferentes. La pandemia nos ha pegado a todos y llegamos agotados después de un profundo desgaste, sobre todo en lo emocional. La falta de contacto y cariño que venimos sintiendo todos estos meses se agudiza con la Navidad.
Que nuestros hijos nos hayan visto llorar, les hace aceptar con naturalidad la exteriorización de la tristeza. Esto les ayudará a procesar sus propios sentimientos. Si fomentamos la comunicación a nivel emocional, poniendo en común lo que cada uno siente y la manera en que nos afecta, el dolor supone una oportunidad para unir y conectar a las familias.
Practicar la flexibilidad y la creatividad en su máximo potencial ha sido otro ejercicio al que nos hemos visto forzados durante esta situación. Por lo que reinventarnos y modificar ciertas costumbres en estas fechas no debería ser algo dramático.
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"El contacto a diario con nuestros hijos nos ha acercado más humanamente a ellos."
El secreto es plantearlo de manera adecuada y dejar que la imaginación de todos fluya. Las videollamadas, por ejemplo, pueden ayudarnos a compartir el brindis con familiares y amigos aunque no los veamos en persona.
Podemos aprovechar las fiestas para enfocarnos en lo positivo y trabajar en equipo con nuestros hijos, así recargaremos energías. Los especialistas sugieren que para dar tranquilidad a los niños les anticipemos los cambios que nos vamos a encontrar en estas Navidades. Tanto si aún son pequeños como si ya están en la adolescencia, es vital implicarlos pidiéndoles su opinión acerca de la manera en la que queremos celebrar estas fiestas y proponerles una participación activa en las mismas. El entusiasmo provocado por los preparativos nos hará ser más optimistas y desde ahí buscar estrategias que contribuyan al bienestar de nuestra familia.
La clave del éxito está en planificar las tradiciones que sí podemos hacer: decorar la casa con adornos y manualidades, preparar entre todos una comida muy especial, escribir cartas a los seres queridos y pasar unos días tranquilos en el hogar abriendo regalos, jugando juntos, aprendiendo algo nuevo y viendo maratones de pelis.
Este año hemos reforzado la resiliencia y los niños son la mejor excusa para sacar fortalezas, recuperar entusiasmo y seguir construyendo buenos momentos en familia.
Para empezar con buen pie, dejemos espacio para conversar sobre asuntos que tengan que ver con el futuro y la esperanza. Compartamos una lista de propósitos, sueños y deseos, así mantendremos nuestros pensamientos positivos. Agradezcamos todo lo que tenemos y aprovechemos cada momento juntos.
No quiero dejar de daros las gracias por vuestro apoyo incondicional durante todos estos meses, seguiremos aquí para vosotros.
¡Que el 2021 nos traiga mucha fuerza!
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